En la escuela reconducimos los comportamientos que no nos gustan , tiene una respuesta más positiva que el castigo, al contrario, el niño se siente amenazado, se centra más en defenderse, en rebelarse y en sacar sus armas. Apartar al niño de una situación que no os gusta no es fácil, hay que aprender, pero sin duda es la mejor opción!
Ejemplo 1: Pau tiene 18 meses, está en casa de su abuela jugando
debajo de la cama. La abuela está en desacuerdo, y así lo manifiesta a la madre
del niño. La madre de Pau lo disculpa,
lo protege diciéndole a la abuela que es pequeño, y no da importancia a las demandas de la abuela.
Pau escucha debajo de la cama , tal vez aún no sabe hablar, pero se va aprovechando de eso, su abuela está
perdiendo la autoridad por culpa de su madre. Y sabe que no le dirán nada.
Cuando se va da la casa, es posible que incluso haga burla a su abuela.
Actuación:
Actuación:
- Sacar a Pau de debajo de la cama y agachados, mirándole a
los ojos decirle que no se volverá a meter por debajo de la cama, con voz
seria.
- Es posible que grite e intente volver a jugar de sea
manera. Volver a cogerlo y obligarle a que os mire: “para ya Pau, te estoy diciendo que no me gusta”.
- Es posible que llore y patalee. Deberéis, verbalizar lo que
quiere pero que no es lo que queréis ni volverá a hacer:”ya se que te encanta meterte
debajo de la cama pero no puede ser, basta!”.
Ejemplo 2: Berta tiene 20 meses está en casa
jugando con los zapatos de su padre que acaba de quitárselos en la galería. Su
madre le pide que no los toque, no
quiere que juegue con ellos. Su madre se cansa de insistir, no quiere hablar
más y deja que continúe. Cuando Berta se canse de jugar los tirará al aire o
posiblemente aparezcan tirados en medio del comedor al lado de su padre o en
medio del pasillo.
Actuación:
- Agacharos y coger a
la niña por los hombros, sujetándola y mirándola a los ojos. “Berta deja los
zapatos de papá, con los zapatos no se juega ¿me oyes?, déjalos, si no quieres
que me enfade más”.
- Es posible que se
burle e intentará continuar. Volver con tono más autoritario: “basta ya Berta”.
- Entonces tendrá ganas de cuestionaros quien tiene más
autoridad y sacudirá su cuerpo queriendo escapar, actuareis cogiéndola por el
brazo y deberéis imponeros todavía más: “recoge los zapatos, y déjalos donde
los encontraste”.
- Es posible que se enfade y deberéis resistir la tentación
de que no cumpla vuestra orden. Si lográis acompañarla en vuestro mandato y que lo haga, estaréis
logrando un compromiso por su parte. Así
que, cogerla por el brazo y acompañarla verbalizando que ya sabéis que no le
gusta la idea, pero que sabe perfectamente que no queréis que juegue con eso.
Ejemplo 3: Silvia tiene 2 años, y está tocando las
llaves de la puerta de casa. Las hace girar continuamente, y logra abrirla por
momentos, golpea fuertemente para volverla a cerrar. Sus padres le dicen
pacientemente que no lo haga más, que juegue con sus cosas, pero parece ser que
le divierte. Sus padres ya no le dicen nada, creen que cuando se canse lo
dejará de hacer. Posiblemente las sacará
de paño de la puerta y las tirará a las escaleras cuando ya no le digan nada.
Actuación:
- Apartar a la niña de la puerta, y quitarle las llaves,
cerrar la puerta bien cerrada. Entonces gritará. Decirle claramente “basta
Silvia, no me gusta que estés aquí dando
vueltas a las llaves, ves a jugar con tus cosas. Las llaves en la puerta no son
para jugar”. Entonces coger a la niña con autoridad por el brazo y acompañarla
hasta donde vosotros creáis que debe estar.
En todos los casos
hay que hablar, si el niño todavía no habla, deberemos hablar nosotros todavía
más:
- Verbalizar lo mal que está haciendo las cosas.
- Lo que queremos
que haga.
- Los sentimientos
que le generan.
Pero todo ello con
credibilidad.
El secreto mejor guardado de los maestros :
“Se riñe con amabilidad, pero si insiste en aquello que sabe
que no se debe hacer se le vuelve a
avisar de cerca y si insiste en lo mismo,¡se le aparta sin hacer nada en un
rincón hasta que decidamos nosotros!”. Y ahí se acaba todo.
Los niños no os
deben cuestionar lo que debéis hacer. No podéis dejar dirigiros por vuestro
hijo. La frase filosófica
francesa “laisser faire, laisser passer” = “dejar hacer, dejar pasar” (los que
me conocéis sabéis que amo este idioma fervorosamente) no os beneficia en nada.
Todos hemos comprobado que la falta de descanso nos hace más vulnerables, y frágiles a las
demandas de los niños. Parece ser que tener un padre o un maestro “en baja forma”
no está permitido, pues es cierto, la perdida de autoridad es terrible, si se
pierde cuesta mucha de volver a recuperarla.
En el aula, no puedo bajar “la guardia” por mucho que los quiera soy yo quien sabe lo que
les conviene por eso hay unas normas aunque no escritas que se cumplen desde
el primer día de convivencia:
- No gritar en el aula. Se puede hablar alto porque te
entusiasmas con algo, pero gritar no.
- No molestar cuando el compañero está desayunando o trabajando.
- No jugar comiendo. Si quieren comer, deben sentarse.
- Cuando digo: “un momento”, deben esperarse, está pasando
algo importante y no puedo atenderles.
- Uno puedo querer hacer algo, pero puedes cambiar de opinión
y si uno se cansa decir ¡basta!, los demás deben parar.
- No se tocan las cosas de los demás que no son para jugar (mochilas
y abrigos) deben respetar las cosas de los demás.
- Si no quieres dejar a los niños el juguete que traes de
casa, lo dejas en tu mochila.
- El padre que viene a buscar un niño, es su niño quien sale a recibirlo, no su compañero, este debe retirarse
hacia un lado.
- A medida que aprenden a hablar, subimos en nivel de
exigencia y que vayan vocalizando, no bastan los monosílabos.
Estos son unos ejemplos de mis normas creadas con coherencia, creadas por el día a día. La observación ha sido un punto clave para ir creando las
normas.
Seguro que estos ejemplos os hacen reflexionar en vuestra manera de actuar.
Manteneros firmes, en las pautas marcadas, desde la serenidad, enseñando las consecuencias de las actuaciones que no les favorecen en nada.