Cuando empecé a trabajar con niños de 1 a 3 años, me dí cuenta que nadie
mejor que ellos podían guardarme secretos.
Mirar es un acto espontáneo, natural y necesario, pero escuchar y entender, requiere una madurez y un aprendizaje, el cual yo les
enseño día a día. Cuando les digo en secreto “no tengo dinero, pero mañana me
compro unos zapatos rojos monísimos en la rebajas” se que no voy a tener
crítica, todos sonríen y ahí queda eso. Pero el que sabe escuchar y entender,
al día siguiente me pregunta por los zapatos rojos. Es fantástico.
Así pues, si quiero ser escuchada me planteo verbalizar sus sentimientos desde la adaptación, eso me ayuda a crear lazos afectivos; aprenden a escuchar lo que sienten y a entender, de manera que mis
secretos tienen valor para mis niños.
Los primeros días en el aula son de especial importancia, los voy colocando con
cuidado en la colchoneta de entrada a medida que van llegando, ellos no se
mueven, interpreto sus sentimientos; están impactados, inhibidos, y yo les hablo,
los acaricio y les sonrío, me muevo de una manera lenta por el aula y eso les
va tranquilizando y voy teniendo credibilidad.
Credibilidad: Esta es una palabra muy importante en la educación infantil
y debería ser importante para los padres. Un buen educador, maestro o padre, siempre debe tener credibilidad.
Esta palabra, debería estar cargada de coherencia, de
sentido común que muchas veces los padres pierden debido a ese vínculo que
muchas veces hace daño a los hijos. La mayoría de las veces, cuando que voy a las casas de los niños, para
observar las actuaciones de los padres, me doy cuenta que los
padres no tienen credibilidad porque dudan, y entonces son cuestionados por sus niños. De ahí la perdida de autoridad y la perdida de
reglas. ¿os imagináis que yo perdiera la
autoridad con 18 niños de 2 años en el aula?. Yo no dudo, pero todo y con eso,
los niños muchas veces me cuestionan lo que debo hacer ¿increíble verdad?.
Cada familia tiene
o tendría que tener sus normas, sus reglas, y tendrían que hacerse el favor de
no perderlas.
Un niño pequeño, aunque todavía no hable, habrá que guiarlo y
enseñarle; lo que puede hacer y lo que no. Debido a esas normas le habréis
creado unos sentimientos, y tendréis que verbalizárselos para que os
crea, para que sepa que a pesar de que no le gusta lo que le mandáis hacer, le
estáis entendiendo, pero que las cosas en casa son así.
Recordad que los
padres podéis ofrecer a vuestros hijos conductas muy interesantes, y que los
niños aprenden del adulto a relacionarse y organizarse. Por eso es
imprescindible saber donde está el límite de la actuación de vuestro hijo.
Saber decir NO, es
muy importante, pero para decir No, tendremos que enseñarle a escuchar y así
podrá entender…nuestros secretos.
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