martes, 27 de mayo de 2014



             LA AUTONOMIA LES TRAICIONA


El otro día, observando a los niños de 2 y 3 años con mi compañera Noa, me dijo una frase que define muy bien esta etapa:


“La autonomía les traiciona”- me dijo.


¡Y qué  razón tiene!. El comportamiento de los 2 y 3 años, es lo más parecido a la adolescencia; creen que lo saben todo, querrían comerse el mundo,  no quieren ayuda de nadie, y  lloran y protestan por todo. 


            (¡aquí tenéis a Núria con Pau, como dos adolescentes!)




Pero todo coincide, si os fijáis, en que es la etapa que el niño aprende a controlar los esfínteres, que se cree poderoso de su autonomía, esa elección le da libertad,  y cree que todo lo puede controlar y la repetición de las actividades y rutinas diarias le dan un dominio maravilloso de las situaciones ya conocidas, pero no aquellas que son más costosas, las que requieren un esfuerzo o nuevas, la autonomía les traiciona y no lo hacen bien, entonces se enfadan con ellos mismos, pero tampoco desean nuestra intervención: 


Si se lavan las manos se mojan, si se sirven agua de una botella peor todavía, si cogen una fruta para comer no la quieren lavar, si se echan colonia por la mañana se echan demasiada, si cogen algo de la nevera se les cae encima… Difícil de solucionar ¿verdad?.


La mejor manera de aprender un niño es observando a otro niño cómo lo hace. De una manera paciente; observa, analiza y rectifica mentalmente. 

    (Aquí  Pau y Joan sin saberlo imitan sus gestos, de piernas y brazos, son tan amigos que     solucionan este juego de la misma manera)

  En la escuela, nosotros le damos la posibilidad de reflexionar, criticar y pensar juntos. Es exactamente lo que vosotros en casa debéis hacer, y es necesario que le deis responsabilidades a vuestro  hijo de cosas que es capaz de hacer casi solo. Vosotros deberéis limitaros a gesticular cómo queréis que lo haga sin intervenir vosotros.


Ejemplo:


Si  queréis que limpie la fruta que ha cogido, debéis decirle “lávala”, gesticulando cómo debe frotarla, pero sin hacerlo vosotros, confiad en él.


Si coge la botella para echarse agua, debéis inclinar la cabeza hacia un lado a modo de ejemplo y decirle “inclina un poco más, poco a poco”, y vosotros acercando el vaso le facilitáis el movimiento.


Si se echa demasiada colonia por la cabeza, le podéis ofrecer una toallla para que se seque pero  sin hacer crítica negativa(él ya se ha dado cuenta), solo decirle en  palabras claves cómo hacer para que no le vuelva a pasar " no hace falta que aprietes tanto la botella".





Recordad, seguramente él, más que vosotros, quiere entender lo que le está pasando. Se sienten más seguros para experimentar pero les falta picardía para darse cuenta de las consecuencias de sus actos...


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