LA AUTONOMIA LES TRAICIONA
El otro día, observando a los niños de 2 y 3 años con mi
compañera Noa, me dijo una frase que define muy bien esta etapa:
“La autonomía les traiciona”- me dijo.
¡Y qué razón tiene!.
El comportamiento de los 2 y 3 años, es lo más parecido a la adolescencia;
creen que lo saben todo, querrían comerse el mundo, no quieren ayuda de nadie, y lloran y protestan por todo.
(¡aquí tenéis a Núria con Pau, como dos adolescentes!)
Pero todo coincide, si os fijáis, en que es la etapa que el niño aprende
a controlar los esfínteres, que se cree poderoso de su autonomía, esa elección le
da libertad, y cree que todo lo puede
controlar y la repetición de las actividades y rutinas diarias le dan un
dominio maravilloso de las situaciones ya conocidas, pero no aquellas que son
más costosas, las que requieren un esfuerzo o nuevas, la autonomía les traiciona y no lo hacen bien, entonces
se enfadan con ellos mismos, pero tampoco desean nuestra intervención:
Si se lavan las manos se mojan, si se sirven agua de una
botella peor todavía, si cogen una fruta para comer no la quieren lavar, si se
echan colonia por la mañana se echan demasiada, si cogen algo de la nevera se
les cae encima… Difícil de solucionar ¿verdad?.
La mejor manera de aprender un niño es observando a otro
niño cómo lo hace. De una manera paciente; observa, analiza y rectifica
mentalmente.
(Aquí Pau y Joan sin saberlo imitan sus gestos, de piernas y brazos, son tan amigos que solucionan este juego de la misma manera)
En la escuela, nosotros le damos la posibilidad de reflexionar,
criticar y pensar juntos. Es exactamente lo que vosotros en casa debéis hacer,
y es necesario que le deis responsabilidades a vuestro hijo de cosas que es capaz de hacer casi solo. Vosotros
deberéis limitaros a gesticular cómo queréis que lo haga sin intervenir vosotros.
Ejemplo:
Si queréis que limpie
la fruta que ha cogido, debéis decirle “lávala”, gesticulando cómo debe
frotarla, pero sin hacerlo vosotros, confiad en él.
Si coge la botella para echarse agua, debéis inclinar la
cabeza hacia un lado a modo de ejemplo y decirle “inclina un poco más, poco a poco”, y vosotros acercando el
vaso le facilitáis el movimiento.
Si se echa demasiada colonia por la cabeza, le podéis
ofrecer una toallla para que se seque pero sin hacer crítica negativa(él ya se ha dado cuenta), solo decirle en palabras claves cómo hacer para que no le vuelva a pasar " no hace falta que aprietes tanto la botella".
Recordad, seguramente él, más que vosotros, quiere entender lo que le está
pasando. Se sienten más seguros para experimentar pero les falta picardía para
darse cuenta de las consecuencias de sus actos...
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